Olvidarse de vivir. Mirar hacia otra parte. O no mirar hacia ninguna. Hay un momento de la noche o el día en que hasta el agua se abstiene de todos sus reflejos. Olvidarnos de vivir tal vez nos permita olvidarnos de morir.
«Quien profundiza en el verso escapa del ser como certeza, encuentra la ausencia de los dioses, vive la intimidad de esa ausencia, se hace responsable asumiendo ese riesgo»
Antes de ahora te lo he dicho. Yo nada sé, nada he estudiado, he leído un poco, he sentido bastante, y he pensado mucho, aunque no acertaré a decir si bien o mal. Como sólo de lo que he sentido y pensado he de hablarte, te bastará sentir y pensar para comprenderme.
Cartas literarias a una mujer, Gustavo Adolfo Bécquer
"Poco a poco se fue formando ese hecho de vida que es escribir hasta que sentí que la poesía era un poco fláccida, repetitiva, aún en los grandes poetas, con zonas en las cuales cedía la tensión interior, ese rango de intensidad que para mí tiene siempre el poema. Eso me llevó a concebir una poesía más ceñida, más estricta o rigurosa, en donde cada elemento fuera irreemplazable. La inclinación fue la de recoger de las situaciones extremas eso que llevamos escondido en nuestro silencio, lo que barajamos y pocas veces decimos.
Para eso necesité un tipo de lenguaje diferente que dejara de lado lo que las palabras tienen de ornamento, de euforia. Una forma de expresión que penetrase en las zonas aparentemente prohibidas. Zonas que mucha gente se veda a sí misma por temor "
Roberto Juarroz, Conferencia en Montevideo, fragmento, 1995