La puerta en la oscuridad.
The Door In The Dark, Robert Frost (1874-1963)
Caminando de habitación en habitación, en la oscuridad,
estiré los brazos a ciegas para proteger mi frente;
pero olvidé entrelazar los dedos, siquiera ligeramente,
o de cerrar los brazos en forma de arco.
Una delgada puerta se filtró de canto,
y el golpe en la cabeza tan violento
que sacudió mi habitual gesto sonriente.
Lo mismo ocurre con las cosas y la gente:
ya no encajan como solían hacerlo.
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