Como casa sin ventanas
¿Recuerdas a los santos, mi señor?
Sentían aun las celdas cerradas de los claustros demasiado cercanas a las risas y aullidos, así que se enterraron, profundos, en la tierra.
Cada cual respiraba con su luz el aire reducido de su cueva; se olvidó de su edad y de su rostro, y vivió como casa sin ventanas; cual si hace mucho hubiera muerto, ya no moría.
El libro de las horas, de Rilke, fragmento.
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