Y el Sol no nos ve
EL LAMENTO DEL VAMPIRO, de Leopoldo María Panero
Vosotros, todos vosotros, toda
esa carne que en la calles
se apila, sois
para mí alimento,
todos esos ojos
cubiertos de legañas, como de quien no acaba nunca
de despertar, como
mirando sin ver o bien sólo por sed
de la absurda sanción de otra mirada,
todos vosotros
sois para mí alimento, y el espanto
profundo de tener como espejo
único esos ojos de vidrio, esa niebla
en que se cruzan los muertos, ese
es el precio que pago por mis alimentos.
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